Entre Luces es un proyecto educativo que une cultura, formación profesional y servicio a la sociedad. Su cara más visible es la sala Entre Luces, ubicada en el Museo Pablo Gargallo de Zaragoza: un espacio adaptado para disfrutar del arte a través de los sentidos, accesible para todas las personas. Esta sala cuenta con réplicas en chapa metálica de obras de Pablo Gargallo, realizadas por nuestros alumnos.
El camino hasta la inauguración de esa sala del museo fue largo y complejo, desde 2009 hasta la inauguración de la sala del museo en 2023.
La creación de esta sala fue posible gracias a la colaboración entre el Ayuntamiento de Zaragoza, el Museo Pablo Gargallo y el Centro San Valero. El museo y el ayuntamiento apostaron por invertir en un espacio diferente, accesible y sensorial, mientras que el centro asumió la creación de las esculturas. El museo, por su parte, se encargó de la preparación y adecuación de la sala. La repercusión de este espacio ha sido muy positiva para el museo, que ha ampliado su oferta cultural y su compromiso con la accesibilidad. Sin su involucración, el proyecto no habría sido posible.
Pero Entre Luces no es solo una sala de arte. En uno de sus pilares late una cuestión educativa profunda: ¿Cómo ofrecer una formación profesional significativa a jóvenes que han vivido el fracaso escolar? En el Centro San Valero, con una larga trayectoria en la atención a alumnado vulnerable, hemos tratado de responder con creatividad y compromiso. Los grupos de FP Básica suelen estar formados por chicos y chicas con experiencias escolares difíciles: desfase curricular, baja autoestima o rechazo al marco escolar convencional.
En este contexto, el reto del equipo docente ha sido diseñar experiencias que enganchen al alumnado, que les devuelvan el protagonismo y les permitan descubrir que aprender puede tener sentido. Apostamos por una pedagogía que conecta emocionalmente, que reconoce el valor de cada estudiante y que transforma el aula en un espacio de creación, colaboración y dignidad. Así nace Entre Luces: un proyecto que integra arte, técnica y aprendizaje-servicio para que los estudiantes no solo aprendan un oficio, sino también descubran su capacidad para contribuir a la sociedad y transformar su propia narrativa vital.
El proyecto Entre Luces es el resultado de una evolución de varios años. El proyecto se diseñó con objetivos que responden a las necesidades del alumnado de FP Básica. Buscan ofrecer una experiencia formativa que les conecte con el aprendizaje, con el oficio y consigo mismos:
La inmersión del alumnado en el proyecto ha ido variando a lo largo de los años y distintas promociones de alumnos. Actualmente, el proceso es el siguiente.
El punto de partida es la visita al Museo Pablo Gargallo, donde el alumnado se acerca a la obra del escultor aragonés y la disfruta en primera persona. Siempre que es posible, contamos con antiguos alumnos como guías, lo que genera cercanía y rompe barreras. La visita incluye actividades sensoriales en la Sala Entre Luces, como recorrerla con los ojos vendados para ponerse en el lugar de una persona invidente. Este tipo de experiencias fomenta la empatía y abre nuevas perspectivas.
La conexión con la FP se establece de manera natural: muchas esculturas de Gargallo están realizadas en chapa metálica, el mismo material que se trabaja en los ciclos de Soldadura y Construcciones Metálicas. Este paralelismo ayuda a comprender cómo los conocimientos técnicos también pueden aplicarse en el ámbito artístico. La reacción del alumnado, especialmente quienes llegan con trayectorias complejas, demuestra el poder del arte como herramienta de motivación e integración.
En formación profesional es frecuente que, una vez evaluados, los ejercicios de taller acaben “en el contenedor”, lo que puede transmitir la idea de que su trabajo no tiene valor. Al proponer tareas que los alumnos pueden conservar y mostrar, descubrimos un cambio positivo: las piezas no solo se convertían en objetos útiles o decorativos, sino también en motivo de orgullo. Muchos contaban cómo sorprendían a sus familias al llevarlos a casa, recibiendo mensajes de reconocimiento que reforzaban su autoestima.
Simplificando, lo que buscamos es:
En general tenemos dos tipos de ejercicios:
1. En la línea más tradicional, se propone la fabricación de objetos de metal, (diseñados en gran parte por el equipo educativo) a partir de planos, que los alumnos personalizan con color o acabados. Entre estos ejercicios figuran, por ejemplo, un dado metálico o una lámpara.

2. El segundo tipo de ejercicios tiene un carácter más creativo y suele vincularse a fechas significativas. En este caso se invita a los estudiantes a diseñar piezas con un fuerte componente personal y simbólico: una rosa de forja, esculturas con forma de corazón o un libro metálico con inscripciones importantes para ellos.
De este modo, cada ejercicio combina la adquisición de destrezas técnicas con un sentido artístico y emocional, multiplicando su valor formativo.
En el siguiente enlace puedes consultar ejemplos de tareas y ejercicios, así como rúbricas de evaluación.
Uno de los pilares del proyecto ha sido la reproducción de esculturas de Pablo Gargallo mediante técnicas de ingeniería inversa. Los alumnos investigan la obra original, analizan sus componentes, deducen cómo se ensamblan las piezas y fabrican réplicas cuidando cada detalle. Este proceso potencia su capacidad de observación, análisis y precisión técnica.
Actualmente la colaboración con el Museo Pablo Gargallo consiste en la fabricación de dos réplicas anuales que se incorporarán al fondo de la Sala Entre Luces. Aunque esta línea está temporalmente en pausa por reformas, el compromiso mutuo permanece firme.
También en esta línea de trabajo basada en la ingeniería inversa, hemos diseñado un reto adaptable a distintos niveles de FP del metal, en el que los alumnos trabajando por grupos, eligen una escultura de Gargallo para replicarla siguiendo el proceso establecido.

Además de la colaboración con el museo, se realizan proyectos de Aprendizaje y Servicio (ApS), aprovechando encargos tanto de particulares como de entidades sociales.
Para ello es necesario crear canales de comunicación para que le lleguen al equipo educativo los posibles encargos. Es necesario seleccionar los que mejor se ajustan a la programación y definir qué aspectos se evaluarán. Después, se invita al cliente al aula para que explique directamente al grupo el problema y los plazos. Los estudiantes participan en el proceso de diseño y fabricación, con el aliciente de estar creando algo útil para alguien real. En nuestro caso, hemos colaborado con entidades como el Colegio de Educación Especial Rincón de Goya, la Asociación Estelar o Special Olympics Aragón.
Salvo algunos casos particulares, desde el punto de vista educativo creemos que lo fundamental es el aprendizaje, no el producto final. Esto requiere transmitir a los clientes que el proceso es más importante que el resultado, ya que no siempre se logra un producto plenamente funcional. Los criterios de evaluación deben centrarse en aspectos como la participación, el cumplimiento de plazos o la calidad del proceso seguido. Así, es posible que un alumno apruebe aunque su pieza no funcione, o que suspenda a pesar de que el producto final sea correcto si no ha seguido adecuadamente las fases del proyecto.
Este enfoque aporta motivación, da sentido al trabajo de los alumnos y conecta la FP con las necesidades reales de la sociedad.
Es fundamental no perder de vista que los alumnos estudian para aprender un oficio y obtener una titulación. Por ello, los ejercicios y proyectos deben abordarse siempre teniendo en cuenta los resultados de aprendizaje que marcan los currículos oficiales. Además, esto implica crear métodos de evaluación adecuados que orienten el aprendizaje del alumno y permitan aprender de los errores.
Para el equipo educativo, diseñar nuevas actividades que buscan resultados de aprendizaje y enganchan a los alumnos es muy gratificante. Si además se interconectan los módulos del ciclo, se rompen las barreras entre asignaturas. Para ello es clave el trabajo en equipo del profesorado.
Uno de los grandes aciertos del proyecto Entre Luces ha sido la implicación de múltiples actores que, desde diferentes ámbitos, han enriquecido el proceso educativo y ampliado su impacto social.
El impacto emocional y social es evidente: reconocimiento familiar, participación cultural y compromiso comunitario. Muchos estudiantes han compartido cómo sus trabajos han sorprendido positivamente a sus familias, reforzando su autoestima. Además, el proyecto ha favorecido el desarrollo de competencias técnicas, transversales y personales, alineadas con la LOMLOE. En definitiva, Entre Luces transforma la experiencia educativa en un proceso de crecimiento integral.
Como en toda práctica educativa, el desarrollo del proyecto ha estado lleno de desafíos que han sido fuente de aprendizaje. Uno de los más significativos fue lograr que las propuestas conectaran con todo el alumnado, especialmente con quienes llegan a la FP con experiencias previas de desmotivación o fracaso escolar. En muchos casos, el arte y la creación funcionaron como vía de implicación, pero no siempre fue suficiente.
Algunos estudiantes no alcanzaban los objetivos planteados en los retos. En esos casos, fue necesario adaptar el enfoque: trabajar de forma más personalizada, ofrecer apoyos específicos o, cuando era necesario, sacar al alumno del reto y evaluarlo mediante ejercicios de taller más clásicos y exámenes. Esta flexibilidad permitió mantener el equilibrio entre innovación y rigor, sin perder de vista las necesidades individuales.
Del mismo modo, también hay alumnos que destacan por lo positivo. Cuando aparece uno de estos perfiles —motivados, autónomos, creativos— el trabajo se simplifica: el ritmo del grupo mejora, se generan dinámicas de apoyo entre compañeros y el docente puede centrarse en enriquecer la propuesta. Estos casos confirman que el potencial del alumnado se multiplica cuando se les ofrece un entorno estimulante y significativo.
Otro reto importante fue la coordinación entre docentes. Romper la lógica de los módulos aislados y construir propuestas interdisciplinares requiere tiempo, diálogo y voluntad de colaboración. Aprendimos que cuando se generan espacios compartidos, el trabajo se enriquece y el alumnado lo percibe como más coherente.
También tuvimos que ajustar nuestras expectativas respecto a los productos finales, especialmente en los proyectos de Aprendizaje y Servicio. Aprendimos a poner el foco en el proceso, redefinir criterios de evaluación y comunicar mejor a los clientes que el objetivo principal es el aprendizaje, no la perfección técnica.
En conjunto, esta experiencia nos ha enseñado que el arte no sólo motiva, sino que transforma. Y que los retos, lejos de ser obstáculos, son oportunidades para mejorar, reflexionar y conectar con las realidades diversas de quienes aprenden y enseñan.
Creemos que el proyecto Entre Luces es replicable y adaptable a otros contextos educativos. A continuación, compartimos algunas recomendaciones organizadas según la secuencia natural de un curso escolar:
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